El concurso de acreedores es un procedimiento especialmente diseñado para afrontar los casos de deudas en el seno de empresas con una probada insolvencia que les pone en riesgo real de quiebra. De hecho, una de las bases del concurso es que este inconveniente no suponga una pequeña mala racha, sino que se dé por un periodo prolongado y sin cauces cercanos de resolución por sus propios medios. A continuación, le contamos por qué las ventas de bienes harían peligrar la declaración de uno de estos procesos. Preste atención.
Los bienes de una empresa son claves para un concurso de acreedores
La base de un concurso de acreedores es, dentro de la coyuntura de una firma en peligro de bancarrota, supeditar el patrimonio del socio al pago de las deudas que tiene con un acreedor. No en vano, el deudor se sitúa en la última posición a la hora de cobrar las que también pueden ser mantenidas con él.
No es esta la única finalidad de los concursos, sino que también comparten la de hacer posible la continuidad de la actividad económica por la que fue fundada la organización. De este modo, igual que el acreedor se beneficia por el hecho de poder cobrar sus deudas y el deudor por obtener más margen para abonarlas, los empleados van a aprovechar la indudable ventaja de poder conservar sus puestos de trabajo.
Por lo tanto, el mantenimiento de los bienes del empresario y la delimitación de la masa activa son partes indispensables en la declaración de un concurso. La merma o inexistencia de dichos bien, como es lógico, podría hacer peligrar la declaración de este procedimiento judicial, ya que perjudicaría el objetivo principal: que el deudor pueda satisfacer las deudas del acreedor mediante los productos de estos bienes. Asimismo, se dificultaría grandemente que la firma pudiera seguir realizando sus actividades laborales habituales.
Un instrumento para revertir las ventas de los concursos de acreedores
Por otro lado, le interesa conocer que algunas de las ventas que influyen en estos procesos pueden ser rescindidas. De esta manera, se trata de garantizar que las metas del concurso pueden ser cumplidas. Estas acciones de rescisión incluso pueden afectar a ventas llevadas a cabo antes de haber sido declarado el concurso. En estos casos, con un límite de dos años, por lo que respecta a su eventual ilegalidad.
Tenga en cuenta que un empresario que desee salvaguardar, cometiendo un fraude en el marco del concurso, parte de su patrimonio puede haberse dedicado, por ejemplo, a vender bienes mediante actos de disposición o contratos, a personas afines. Estas enajenaciones se pueden llegar a dar por precios simbólicos e incluso de modo gratuito. A grandes rasgos, hacen que mengüe la masa concursada e incluso pueden establecer desigualdades indeseadas entre los acreedores.
En definitiva, el concurso de acreedores es un procedimiento que no casa bien con la venta de bienes empresariales. Por esta razón, la acción rescisoria permite la reversión de las ventas que puedan haber resultado fraudulentas. ¡Infórmese!