Abogados herencias: las mayores herencias de la historia

Su Alteza Don Domingo Faustino Correa de Almeida vivió en el siglo XIX en Brasil, fue el autor del famoso «testamento Correa» el cual tiene un valor incalculable que se acerca a los miles de millones de dólares. Sus herederos se distribuyen por todo el mundo, pero sobre todo se encuentran en Argentina, Brasil y Uruguay, y mientras unos todavía calculan su valor, otros se disputan su herencia frente a los gobiernos sudamericanos.

Poco antes de fallecer presuntamente por un desorden mental, dejó un testamento casi imposible de cumplir. Este testamento, marca algunas pautas a seguir de ahí en adelante con sus bienes: entrega cierta cantidad de bienes a un grupo de personas de confianza para que lo aprovechen por un tiempo, pero advierte que al cabo de cuatro generaciones deberán volver a sus legítimos herederos (no exactamente sus herederos, sino más bien lo herederos de sus hermanos).

La gran guerra por este testamento, se desató en 1970, cuando apareció una nube de supuestos descendientes afirmando tener derecho a reclamar los bienes. Pero debido a la complejidad de este testamento, los juicios realizados fueron efectivamente los más largos e intrincados de la historia. Aun así el juicio desatado en Rio Grande do Sul está cerrado y su causa archivada desde hace muchos años. En Uruguay, donde en teoría se tramita otra parte de la sucesión, afirman que los bienes heredables no están en su poder.

Es muy probable que don Domingo Faustino naciera en Lisboa, Portugal, y que su verdadero nombre fue Domingos Faustino Correia de Almeida.

A los 18 años se trasladó a Brasil, estableciendo su domicilio en Minas Gerais, donde contrajo matrimonio con Doña Leonor María Correa Maripalheta, con quien no tuvo hijos, pero sí tuvo catorce hijos de forma extra matrimonial con las esclavas de sus minas.

Desde Brasil fue creando su fortuna explotando minas de oro y piedras preciosas con mano de obra esclava (traída desde Nigeria), habiendo recibido la concesión de las mismas y los títulos de Comendador y Conde de Porto Alegre por parte del Emperador Pedro II.

También se dice que traficaba con armas, hecho que no es del todo extraño, ya que su ejército, del imperio Portugués, era sumamente cuantioso, sumando casi 100.000 hombres. Más tarde se asentó en Río Grande Do Sul, donde fue adueñándose de grandes extensiones de tierra, logrando obtener un patrimonio mayor al de 83 millones de hectáreas de tierras, entre Brasil y Uruguay.

Los gobiernos del Brasil como el del Uruguay se han apropiado de todas estas tierras de manera ilegal, haciendo uso y disponiendo de ellas, sin indemnizar a los descendientes.

Finalmente, dejó su herencia a los bisnietos de sus hermanos José, Juan, Vicente, Cipriana, Andrea, Isabel y Victoria, y los descendientes de los mismos. Hecho que empeora las cosas aún más, porque aparecen descendientes directos del mismo comendador que reclaman su derecho por el patrimonio por encima de los anteriores. .

Hoy día, se cree que los bienes jamás volverán a sus antiguos dueños, sobre todo porque incluyen terrenos que en la actualidad son ciudades como Porto Alegre y Río Grande.

Aunque no sea heredero de una de las mayores herencias de la historia, acuda a los abogados herencias y sucesiones de Le Morne Brabant en Madrid, Valencia o Alicante. La primera consulta es gratuita.

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